2015/2016

Instalación inmersiva
Objeto | Tyvek, madera
Arduino, circuladores de aire
Sonido
dimensiones variables

2016
Czapski Palace, Varsovia | PL

2016
Count Raczynski Building Gallery Space, Varsovia | PL

2016
Interdisciplinary Art Festival
Linen Industry Museum, Zyrardow | PL



Inestabilidad fronteriza


La forma ocupa, atraviesa, redefine. No hay línea. No hay límite. 
Oscilación mínima. Variación perpetua. La delgadez extrema revela la fragilidad de lo que creemos estable. 

Un cuerpo blanco late en el centro del espacio. No es escultura ni arquitectura: es respiración. Su frontera se expande y se contrae, se dibuja y se desdibuja, en un ciclo interminable de inflación y colapso. Lo que parecía sólido se revela como piel: una epidermis porosa que no sabe si pertenece al adentro o al afuera.

La tensión no es aquí un accidente, sino la condición fundamental de lo vivo. Cada hinchazón anuncia la ilusión de un límite estable; cada desinflar, la evidencia de su imposibilidad. El objeto se convierte en organismo especulativo que recuerda que todo cuerpo —humano, político, planetario— se constituye desde la inestabilidad de su propio contorno.

Habitar este espacio es reconocer que toda frontera pulsa. Que los muros respiran. Que las divisiones que creemos firmes son solo momentos de un movimiento más amplio que nunca se detiene. El blanco de la superficie no es neutral: es el color del artificio, de la promesa de pureza, del intento de borrar la densidad conflictiva de los bordes. Pero el movimiento lo traiciona: nada permanece inmaculado, nada permanece intacto.

La instalación hace visible una condición que el presente se empeña en ocultar: que todo límite es ficción temporal sostenida por la energía del aire. Que el territorio, el cuerpo, el planeta, no son sólidos, sino membranas que tiemblan. El objeto no representa la frontera: la encarna como respiración infinita, como oscilación que no se resuelve.

No hay aquí estabilidad, solo un ritmo: un recordatorio de que el habitar humano se sostiene sobre la tensión de lo frágil, de lo inflable, de lo que en cualquier momento puede ceder. La frontera, entonces, no es barrera: es movimiento constante, es precariedad material, es el pulso mismo de nuestro tiempo.








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