2015/2016

Instalación inmersiva

2016
Czapski Palace, Warsaw | PL

2016
Count Raczynski Building, Gallery Space, Warsaw | PL
Donde termina la tierra, comienza el mar


El borde no es un lugar, es una negociación. Ninguna frontera existe por sí misma: se sostiene solo en el instante en que la mirada decide nombrarla. Tierra y mar no son opuestos; son sistemas que insisten en confundirse.

Lo que se llama línea costera es un artificio del lenguaje: un intento de fijar lo que, por definición, se resiste a la fijación. Todo límite es provisional, resultado de fuerzas en disputa, de contingencias, de fricciones.

Hablar de frontera aquí es hablar de ficción. Una ficción necesaria para trazar mapas, diseñar soberanías, planificar economías. Pero el agua desbarata cualquier cálculo. Su movimiento constante convierte el territorio en un laboratorio de incertidumbre. El litoral no confirma, sino que erosiona.

Quizá la pregunta no sea dónde termina la tierra ni dónde empieza el mar, sino cómo sostener un pensamiento que renuncie a esa lógica. El litoral enseña que todo borde es inestable, que todo territorio está sujeto a devenir. No hay división natural, solo acuerdos momentáneos entre materias que rehúsan obedecer.

El mar no delimita; desordena. Y en ese desorden se abre la posibilidad de la aceptación radical de la inestabilidad como condición de existencia.








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